Odio, odio y más odio. Eso es
lo que siento. Ganas de romper, de reventar, hasta de matar, ¿porqué?
No me lo preguntes. Ni yo mismo lo sé. Tan solo sé que siento
dentro de mí una rabia insostenible. Una rabia que me muerde y no me
deja vivir. No puedo parar. Quiero gritar. Quiero que me oigan. Todo
me hace saltar... ¿es que no parará? No me preguntes nada gritaré.
No me des nada, lo romperé. No me quiero tranquilizar, quiero
destrozar. Me quiero desahogar. La destrucción ahora es mi máximo
objetivo. Quiero devolver todo el daño que me han hecho. Tengo que
reparar mi sufrimiento. La amargura se cura con violencia, el dolor
termina con la muerte. Tengo que coger a alguien entre mis manos y
asfixiarlo, chafarlo. No quiero que viva. Quiero demostrar que soy
capaz de hacerlo, quiero hacerlo. Quiero demostrar que soy el mejor,
porque lo soy, que la fuerza que me corroe por dentro me hace ser el
más fuerte, más fuerte que nadie. No quiero parecer tranquilo, no
estoy tranquilo. Quiero arañar. Tengo que mantener la rabia,
pegadme: os odiaré, escupidme: no tardareis en morir, torturadme:
todavía no habléis sentido el dolor que os infligiré. Sólo así
lo podré arreglar. No quiero dioses piadosos. No quiero ángeles
salvadores. No quiero demonios maléficos. Yo soy el Mal. Yo soy
diabólico, maquiavélico. Quiero torturar, ¡sí!, ver sufrimiento
en la mirada de los otros. ¿Quien? Todos. De todos me vengaré, no
quedará ninguno vivo. Ni uno. Ni tu no te salvarás si te atreves a
interponerte en mi camino. Sufrirá todo aquel que se interponga
entre mí y mi Mal, hasta aquel que esté a mi lado. Quiero oírlos
gritar de dolor... quiero segarles la vida lentamente, sin prisa con
crueldad. Eso me divertirá: martirizar, cortar, pegar... vaciar
ojos, destrozar sexos, arrancar uñas... hacer daño, dolor, es lo
que me ayudará a sentirme mejor. Pero no, no quiero sentirme mejor,
quiero sentir dolor, quiero que me hagan daño para tener más rabia
dentro de mí, quiero que me maten para poder matar, quiero torturar
para reírme de su sufrimiento, quiero... Quiero vejar, quemar,
reírme de ellos, de su sufrimiento. Con mi propio estilo,
brutalmente, sintiendo su dolor bajo mi piel, oyéndolos pedir
misericordia, para que aprendan a a no hacerme daño... No quiero
compasión, no quiero pena. No quiero ni tan siquiera compadecerlos,
no quiero sentir pena por nadie. Lo que quiero es que mi rabia se vea
saciada. Quiero verlos morir, lentamente, con sufrimiento, sin prisa.
Así verán que soy capaz de morder. saltar, escupir, arañar. Sabrán
que yo también puedo ser cruel, Sufrirán de una forma inimaginable,
porque no se lo imaginan. No saben que los odio. Hace tiempo que los
odio, no saben cual será su final, pero pronto lo sabrán. Serán
humillados, su honor desaparecerá bajo el peso de las cadenas sucias
por su propia sangre, aquella que un día llenaba sus venas. La
lamerán. Intentarán aferrarse a una vida que ya no les pertenece,
porque yo se la habré robado. Y se la robaré para que a mí me dé
fuerza para seguir luchando y para alimentar mi rabia. Una rabia que
nunca morirá porque la alimentaré siempre, nunca acabará. Ni
siquiera cuando todos hayan pagado por su culpa. Cuando ya no quede
nadie... cuando ya no quede con quien disfrutar, a quien vejar, a
quien martirizar, a quien torturar... Entonces mi rabia será
infinita y la emprenderá contra su propio creador, su responsable
será el último en sufrir sus consecuencias. Se volverá contra
aquel que no la puede sobrevivir porque es anterior a ella, aquel que
es su causante. La rabia será el último vestigio de un mundo que
desaparece por mi propia rabia.
Venganza. Venganza es su nombre.